martes, 27 de agosto de 2013

Los pobres nos hemos vuelto locos

No se si existe una palabra para explicar lo que ocurre en los últimos tiempos aunque trataré de expresarlo de la manera más comprensible posible. Los pobres vivimos sumidos en una burbuja compuesta por una mezcla de incertidumbre, impotencia e ignorancia. Incertidumbre porque no tenemos ni idea de que están haciendo con nuestro futuro ni lo que va a ocurrir en los próximos meses económicamente hablando; impotencia porque no sabemos que hacer y por lo tanto pensamos que no podemos hacer nada; ignorancia porque no nos damos cuenta del poder que tenemos como pueblo. Seguramente para romper esta burbuja sea necesario invertir el orden de lo dicho anteriormente. Dejar la ignorancia a un lado y percatarnos del poder que tenemos para transformar nuestra impotencia en actos que acaben con la incertidumbre en la que estamos sumidos. En definitiva, tomar el timón de todos los asuntos en los que nuestro país se vea involucrado. 

Desde mi punto de vista, opino que es el momento idóneo para olvidar las diferencias que puedan existir entre los ciudadanos. Muchos dicen que nuestros líderes son unos incompetentes por tratar determinadas tareas de un modo inadecuado, pero nosotros nos encontramos en una tesitura en la que tenemos que decidir si estamos de acuerdo con ellos, es decir, si somos tan incompetentes como ellos por permitir que hagan lo que les plazca. A lo largo de este tiempo, hemos vivido rodeados de corrupción, hemos visto como los derechos de los trabajadores se han esfumado y siguen haciéndolo. Hemos visto como las cifras económicas solo van a peor (menos las exportaciones y el turismo, ojo). Vemos el drama que supone el paro día tras día para muchas familias. También podemos darnos cuenta de que saldremos de esta crisis, si salimos, sustentados por una economía débil, sin bases, ni fundamento, con un pueblo empobrecido y harto de aguantar. Mientras muchos países apuestan por el I+D+I para salir adelante, aquí ni siquiera sabemos lo que es. Al fin y al cabo, será como un ciclo que se repita. Estados Unidos invadirá de nuevo otro país, situación que aprovechará para dinamizar un poco la economía de algunos países por la producción de armamento militar. Y mientras todo esto pasa, nosotros estamos atónitos, perplejos, sin margen de reacción. 

Me habían dicho hace no mucho, que emprender suponía romper nuestra zona de confort y creo que se adapta a lo que estamos viviendo. No estamos dispuestos a  romper esa zona por que las cosas mejoren, o al menos no estamos dispuestos a hacerlo de forma masiva y constante en el tiempo. Creemos que nuestros líderes son dignos e inteligentes y nos sacarán de esta situación de un modo sabio. Pero nada más lejos de la realidad. Ahora somos el pueblo el que tiene que plantearse su futuro. Quizás sería más sencillo con un líder, pero en Italia parecían tenerlo y todas las sensaciones que aquello transmitía se han esfumado. Estoy seguro de que cambiar todo esto no es cuestión de uno o de dos meses, es cuestión de años. Pero si ni siquiera lo intentamos tendremos que soportar preguntas de nuestros hijos como que por que no puede ir a la universidad o por que tiene que pagar tanto por que le atiendan en el médico. También estarán otras como que por que no puede comprarse una vivienda, tener un trabajo digno y poder plantarse un futuro. 

Creo que ya lo había dicho en otra entrada, pero ahora es el momento en el que el pueblo debe de decidir como quiere que su país salga de esta situación: perjudicando más a los pobres o dándoles facilidades. De nosotros depende. De nosotros y de nuestra capacidad de presionar y de organizarnos. Lo poco que se es que cada vez tenemos menos tiempo.

El pueblo debe ser obedecido hasta cuando yerra.





No hay comentarios:

Publicar un comentario