jueves, 1 de marzo de 2012

Está pasando

Ya están aquí otra vez. Los frutos de la semilla que en su día sembró el movimiento 15-M vuelven a mostrarse en público. Salen a la calle y protestan por una situación que a su parecer es injusta. En gran medida se pueden encontrar estudiantes, que abrumados por la inexistencia de un futuro claro y por la presión que suponen las reformas realizadas en estos últimos años, optan por defender, sin tener un guión claro, lo que creen que es justo para el pueblo. Mientras tanto, los gobiernos parece que tienen otro concepto de justicia. Las reformas se defienden como la única vía posible para atajar la mala situación económica o el crecimiento negativo, como a ellos les gusta llamar a la crisis. Sin embargo las reformas importantes se retrasan a pesar de la presión que llega desde Bruselas. 

En esta tesitura, me parece muy curiosa a la vez que me da mucha lástima la posición que toman los partidos políticos en función de su posición. Esa posición no varía mucho, simplemente se trata de gobernantes o no. No me refiero a ningún partido político en concreto, si no que en función de las prioridades electorales y nunca las prioridades económicas o sociales del país se posicionan de un lado u otro. Esto ocurre siempre desde que han existido este tipo de movimientos. Desde mi punto de vista, lo lógico sería tratar de negociar, de que nuestros representantes luchen y se esfuercen por lo que nosotros hemos votado. No deberíamos hacer valer nuestro voto? Tendría que existir una especie de garantía. Si usted se desvía demasiado de su hoja de ruta por la que yo le he votado, tengo derecho a protestar y que me haga caso. Usted también goza de un amplio margen de error (mayoría absoluta), creo que no sabe aprovecharlo...
El problema está en que estas últimas líneas suenan a utopía. Se ha perdido el sentimiento de responsabilidad en la política. Como político hago lo mejor para mis votantes, pero lo hago cuando yo quiero, no cuando ellos lo necesitan. 

Ante esta situación, nos queda la opción de los manifestantes con los que abría esta entrada. Este tipo de movimientos son buenos, necesarios e incluso diría que indispensables para mantener la "salud" de la democracia. Pero ante la problemática que supone la pérdida de responsabilidad política es necesario ir más allá. De demostrar que no solo se busca protestar sin más, si no que además de protestar hay una propuesta firme, unánime. Algo así como una institución capaz de poner en apuros al gobierno. Desde mi punto de vista este movimiento es efímero, una marea de ideas que va y viene en función de la situación, en función de las reformas realizadas. Es necesario plasmar sobre un papel ideas coherentes, plantear propuestas y hacer saber al gobierno (sea cual sea el partido político) que su puesto como coordinador del país no está asegurado. Esto provocaría la implicación política en buscar y resolver los problemas de los ciudadanos. Realizar las reformas necesarias en los momentos necesarios. Pero para eso se necesitan dos cosas. La primera es que quienes realicen esas propuestas coherentes, sean a su vez conscientes de lo que supone plantearlas, a quien incluyen en el movimiento y a quienes se "enfrentan". En esta caso el "enemigo" goza de una mayoría absoluta. El otro factor importante es que los políticos tienen que percibir y sentir lo que el pueblo sufre con estas medidas y que en sus manos está el futuro de una generación entera.

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